La descomposición

La descomposición

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por Marcelo Sicoff

Desde el 19 de marzo, cuando el presidente anunció las primeras normas de aislamiento social preventivo y obligatorio, se tomaron algunas medidas que parecen no haber surtido demasiado efecto en la economía. Me refiero a la prohibición de despidos, la doble indemnización en caso de producirse alguno, y el impedimento de declarar la quiebra de empresas.

Nuestro país parece ir a contramano de lo que sucede en la región y la calidad de vida de gran parte de su población han ido desmejorando a lo largo de los últimos 50 años, acelerándose este proceso durante el periodo de pandemia.

El desempleo está en el orden del 15%. Se llega a ese porcentaje considerando solo la población que perdió su trabajo y está buscando uno nuevo. Si se suma a quienes no buscan trabajo, el panorama es aterrador y la desocupación ronda al 30%.

Según el Observatorio de la Deuda Social la pérdida de empleo privado en lo que va de 2020 supera los 900.000 puestos, entre la economía informal, la mixta y la formal. Nuestro país está inmerso en un proceso de empobrecimiento histórico que acentúa la desigualdad.

La pandemia y el estado endeudamiento con que recibió el país, son las explicaciones que esgrime Alberto Fernandez. Lo mismo hizo Macri y así sucedió con cada mandatario y sus antecesores.

En el medio, la sociedad argentina que observa cómo se repiten cíclicamente los mismos problemas. Y no se resuelven.

Entre las eternas recriminaciones de los dirigentes, sus mentiras, en los últimos meses, gran parte de la sociedad se pregunta si vale la pena continuar y se percibe que ya a muchos les cuesta sostener la esperanza.

Parece una obviedad decir que nuestra ciudad está en la Argentina. Parece una obviedad decir que la pobreza y la inseguridad se han adueñado de las calles. Parece una obviedad decir que los funcionarios, los dirigentes y algunos comunicados quieren hacer creer a las y los vecinos de Baigorria que vivimos en una ciudad que no existe. Parece una obviedad decir que gobiernan casi exclusivamente para perpetuar un modelo que sólo a ellos les trae resultados.

Otra construcción es posible. Otra realidad es posible. Pensemos una ciudad distinta para poder construir una provincia y un país distinto. El presente es nuestro y es nuestra obligación que el futuro sea distinto. Exigir transparencia en el manejo de la cosa pública es nuestra obligación. Interpelar a los funcionarios y dirigentes es nuestra obligación. Unirnos para construir por afuera de las corporaciones que vienen manejando mal nuestras vidas, también es nuestra obligación.

Exijamos que las obras que habilitan en la ciudad tengan la obligación de contratar mano de obra local. Pidamos por el banco de la plaza que se rompió y no repusieron, pidamos que los contenedores que prometieron estén presentes en todos los barrios. No nos pueden quitar todo.


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