por Fabián Retamar
Mañana se cumple una semana desde la tormenta del miércoles 5 de febrero; una tormenta a la que llamaron “histórica” porque vino con vientos huracanados que superaron los 110 km. por hora ocasionando infinidad de destrozos que requerirán, por un buen tiempo, del accionar municipal para volver a la normalidad… claro que esto implica una importante erogación de los dineros públicos para mover la maquinaria, las cuadrillas, los camiones…
Hay quienes sostienen que este tipo de tormentas puede darse con mayor frecuencia; y si bien es cierto que no se puede ir en contra de la naturaleza -muchas veces predicha con acierto por los servicios meteorológicos- no menos cierto es que las ramas de los árboles pueden representar un grave peligro para los contribuyentes. Las pruebas están a la vista ya que muchos vecinos sufrieron grandes pérdidas a causa de la caída de árboles, o grandes ramas sobre techos de domicilios, vehículos, etc.
Por otra parte, no está demás decir que las raíces de las mismas especies arbóreas, han destrozado y siguen destrozando, veredas, e incluso ingresan a los domicilios particulares ocasionando graves daños en mampostería, cañerías, desagües, pisos, etc., obligando a los frentista a realizar onerosos gastos por los arreglos que deben afrontar.
En referencia a esto vale aclarar que años atrás se hizo un intento por frenar el avance de las raíces con un tratamiento que -evidentemente- no dio buenos resultados ya que una simple inspección ocular deja ver hoy el nylon negro utilizado tras el corte de las raíces y las veredas oportunamente arregladas nuevamente rotas por el efecto del continuo crecimiento de dichas raíces.
Y ya que que estoy volviendo atrás en el tiempo, voy a recordar cuando desde el municipio se realizaban las podas justo antes de entrar en la primavera. Los árboles se mantenían en muy buen estado fitosanitario, el fruto de los plátanos no se convertía en esa insoportable pelusa que causa alergia a muchas personas, y todas las especies volvían a crecer sanas y fuertes, manteniendo una altura prudencial… en la actualidad, solo se hace una escamonda cuando las ramas interfieren con los cables de tensión… vale preguntarse entonces ¿por qué no se hacen mas aquellas podas?
Esto pasa porque el municipio cumple con lo que establece la ley provincial 9004, que prohíbe la extracción y poda de especies arbóreas que conforman el arbolado público. La aplicación de esta ley, con el paso de los años, ha hecho que las diferentes especies arbóreas alcancen una altura considerable, superando -al menos en el caso de los plátanos- los 10 metros de altura… ¿No representa esto un riesgo para los vecinos y sus propiedades cuando se producen eventos climáticos como el del pasado 5 de febrero?
Me parece que sería oportuno rever lo que establece la ley provincial 9004 en su artículo 4°, que a continuación transcribo: El organismo de aplicación autorizará la extracción o poda en los siguientes casos:
a) Cuando los ejemplares estén en estado de decrepitud o de deficiente conformación
b) Cuando las especies presenten un deficiente estado sanitario.
c) Cuando causen daños o importen un peligro a personas o bienes.
d) Cuando obstaculicen el trazado y realización de obra la prestación de servicios públicos.
Queda claro que los incisos a, b y c resultan una radiografía de la realidad del arbolado público en Granadero Baigorria. Lamentablemente el espíritu de la ley provincial 9004 es fantástico, pero daría la impresión que los municipios, se agarraron de ella sólo para no realizar la poda, que lleva -obviamente- una erogación muy importante.
Reitero; si bien es cierto que no se puede ir en contra de la naturaleza, no menos cierto es que en esta oportunidad, las ramas de los árboles -sumamente altas- representaron un grave peligro para los contribuyentes y las que cayeron provocaron grandes pérdidas. Quizá sea hora de pensar en hacer algo para prevenir situaciones semejantes en el futuro.