por Fabián Retamar
En octubre de 2020 tras una investigación público-privada, el gobierno nacional aprobó el trigo transgénico HB4 cuya característica principal es la resistencia a la sequía. Argentina se convertía entonces en el primer país en el mundo en darle el visto bueno al trigo genéticamente modificado.
La reacción fue inmediata. El ingeniero agrónomo Pablo Abbate, del Inta (Estación Balcarce), fue el primero en advertir que muchos países no habían aprobado la comercialización de los trigos transgénicos. Inmediatamente despues una enorme cantidad de científicos del Conicet expresaron su rechazo y docentes e investigadores de 30 universidades públicas nacionales también se opusieron a la medida.
Según las organizaciones el trigo transgénico HB4 de la empresa Bioceres se presenta como resistente a la sequía y tratan de imponerlo como una alternativa sustentable. Pero en realidad es un exponente más de lo que representan los transgénicos: monocultivos industriales que utilizan millones de litros de agrotóxicos.
Ahora para visibilizar el descontento, expresar el malestar y difundir las problemáticas que podría aparejar el uso del trigo trangénico, distintas organizaciones realizarán acciones del 16 al 20 de agosto, en distintos puntos del país, incluyendo un “Panazo nacional”
En la ciudad de Rosario la protesta se hará mañana, marte 17 a las 12 horas en la plaza San Martín, donde se compartiran trigos agroecológicos, panes artesanales y chapatis (pan indio).
