por Fabián Retamar
Últimamente, el arte presenta obras insólitas, como la del italiano Salvatore Garau que en febrero de este año había realizado una instalación en la Piazza della Scala de Milán, frente a la histórica ópera, titulada “Buddha in contemplazione”; una escultura inmaterial y completamente invisible que según sus indicaciones “debe colocarse en una casa particular dentro de un espacio libre de cualquier obstrucción”.
Garau vendió aquella obra en 14.820 euros en la casa de subastas Art-Rite. “No la ves, pero existe; está hecha de aire y espíritu», decía el artista entonces. Y dado el éxito obtenido y el furor que causó, ahora va por su segunda obra inmaterial titulada «Davanti a te»’.
Pero esto no es lo más extraño que está ocurriendo en mundo del arte. Otro italiano, el artista Maurizio Cattelan, presentó su obra “Comedian”, que es una banana adherida con cinta a una pared. La obra se vendió dos veces en la feria de arte Art Basel en Miami por 120.000 dólares.
Pero lo más curioso, algo muy loco, ocurrió a mediados de noviembre cuando la obra fue subastada en Nueva York en una venta organizada por la casa Sotheby’s. La mejor oferta fue realizada por Justin Sun, el fundador de la plataforma de criptomonedas Tron, que terminó comprando la obra en 6,2 millones de dólares
Justin Sun confesó haber sentido “incredulidad” durante los primeros diez segundos tras ganar la subasta. En los siguientes diez segundos decidió que se comería la banana durante una rueda de prensa. Y finalmente el pasado viernes 29 de noviembre, en un lujoso hotel de Hong Kong, Justin Sun devoró la obra de arte frente a una nutrida concurrencia conformada por decenas de periodistas e influencers.
Antes de hacerlo, el empresario, de poco más de 30 años, ofreció un discurso en el que calificó la obra de arte de “icónica” y comparó el arte conceptual y las criptomonedas. “Es mucho mejor que las otras bananas”, declaró tras probar el primer bocado. “Está realmente muy buena”, añadió con énfasis.
El empresario no solo compró la obra, también adquirió el “certificado de autenticidad” que le otorga el derecho de recrear la instalación utilizando cualquier otra banana (cuando la que estuviese se descompusiera por el paso del tiempo) y cinta adhesiva. Al comer la fruta en plena rueda de prensa, Sun sostuvo que esa acción podría mediar como “parte de la historia de esta obra de arte”