por Marcelo Sicoff
Para muchos, la Navidad y el Año Nuevo son momentos de alegría, familia y celebración. Pero para otros, especialmente los animales y algunas personas, la pirotecnia puede convertir estas fechas en episodios de sufrimiento y estrés. En nuestra ciudad rige una ordenanza de Pirotecnia Cero, pero los controles son deficientes. Es fundamental que cada uno de nosotros difunda y apele a la solidaridad de todos para evitar que los niños, las personas mayores y todos los seres sintientes sean víctimas de los “festejos”.
El oído de perros, gatos y otros animales es mucho más sensible que el nuestro. Los ruidos fuertes y repentinos de los fuegos artificiales pueden causarles pánico, desorientación, taquicardia, e incluso lastimarse.
Las personas con autismo, sensibilidad auditiva, bebés, ancianos y quienes padecen trastorno de estrés postraumático pueden vivir la pirotecnia como una experiencia angustiante y peligrosa.
Si alguien sufre, no es un festejo. Celebremos con empatía, cuidando de todos los que nos rodean, humanos y no humanos. Recibamos el Año Nuevo con alegría y paz para todos!
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Gracias a Alejandro Tuzzi por facilitarnos el material realizado en La Lumiere Escuela.
En el video actuaron Piera de Roit, Atila