por Fabián Retamar
La llegada de la pandemia al país, allá por febrero de 2020, hizo que se fueran tomando medidas “preventivas”, primero para “fortalecer el sistema de salud”, y después para “bajar la curva de contagios”, restringiendo la circulación «en pos de salvaguardar la vida» principalmente de los denominados grupos de riesgo.
Pero aparentemente los objetivos no se lograron, o alguien debe haber hecho mal los cálculos sobre lo que se iba a necesitar este año para enfrentar la segunda ola, que ya se advertía que llegaría a la Argentina por lo que estaba ocurriendo en Europa y Estados Unidos… y las pruebas de esto es que, a pesar de la construcción de hospitales modulares, compra de respiradores, nuevas camas, la llegada de la vacuna, etc., seguimos teniendo por estos días un número de camas críticas insuficiente, falta de oxígeno, y el personal sanitario agotado en medio del récord de contagios y muertes por coronavirus.
Aunque desde nación intentan cargar las tintas sobre una supuesta y general indisciplina social, vale recordar que en marzo de este año el Consorcio PAIS -dependiente del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación- había alertado sobre la presencia de las cepas de Manaos y Londres y que para mediados de ese mes una solicitada de científicos argentinos de renombre plantearon al gobierno nacional el cierre de fronteras aéreas y terrestres.
El gobierno nacional tardó 30 días -desde la advertencia de PAIS- en poner restricciones al turismo; y evidentemente en ese lapso las nuevas cepas debieron haber entrado porque se confirmó la circulación comunitaria en varias provincias argentinas, entre ellas Santa Fe.
Para el gobierno nacional los departamentos Rosario y San Lorenzos son de “alto riesgo epidemiológico y sanitario”. Y quizás por eso, el sábado pasado, el Gobernador Omar Perotti anunció las «nuevas» restricciones -ya implementadas el año pasado, a distintos sectores como Clubes, Gimnasios, Canchas de fútbol 5, y actividades religiosas en lugares cerrados.
La primera pregunta que surge es la siguiente: Si durante 2020 se prohibieron estas actividades y ante la presión social fueron autorizadas con el cumplimiento de protocolos autorizados por el mismo gobierno ¿por qué ahora vuelven a la carga con las mismas medidas? ¿estaban mal autorizados los protocolos?
Como contrapartida el decreto del Gobernador ordena el restablecimiento de las clases presenciales de los iniciales y primarios y se mantienen en modo virtual las secundarias. Esto es a pesar de la advertencia de AMSAFE Rosario sobre la situación relevada en las escuelas y el pedido de priorizar la salud, prolongando la suspensión de la presencialidad todo lo que la situación epidemiológica lo requiera.
Esta vez, en concordancia con el DNU de nación, habrá que esperar hasta el 21 de mayo para saber las nuevas disposiciones de la provincia, que obviamente, serán resueltas de acuerdo al resultado de la evaluación epidemiológica. Si la curva sigue aumentando y las camas criticas se mantienen al tope es obvio que seguirán las restricciones e incluso podría haber nuevas.
En fin, todo resulta confuso y contradictorio… ¿será que hay un problema de comunicación?… Nadie quiere ser pájaro de mal agüero, pero me da la sensación que con estas medidas, sólo se conseguirá -como el año pasado- resistencia social, desobediencia, bronca, manifestaciones, etc… mucho más si se tiene en cuenta que ya hubo protocolos autorizados para esos sectores… Cuando se quieren obtener resultados diferentes hay que intentar implementar soluciones diferentes. No parece ser éste el caso.