Por Carlos del Frade – Publicado el 28/09/2020 en pelotadetrapo.org.ar
En 2016, Marcelo “Coto” Medrano sentía haber llegado al cielo rojinegro. Era el jefe de la barrabrava de Ñuls, nada más y nada menos.
Allí estaba, en el lugar donde antes mandaba Roberto “Pimpi” Caminos en los tiempos de Eduardo López, cuando el fútbol rosarino se convirtió en otra cosa, aquello que nos hizo decir cientos de veces, cancha chica del fútbol, cancha grande de la realidad.
“Coto” ya tenía una causa por narcotráfico que lo había condenado supuestamente a seis años de cárcel efectiva desde el año 2010.
Estuvo libre antes de tiempo y por eso, en aquel 2016, las internas feroces de la barrabrava leprosa se dirimía a tiros en la cancha grande del mapa del Gran Rosario, hasta que liquidaron en la tarde de un día de semana a Matías “Cuatrero” Franchetti, otro muchacho que buscaba poder en el paravalanchas y en el negocio del narcotráfico.
Se lo adjudicaron al Coto.
Construyó su negocio en el norte rosarino y en Granadero Baigorria hasta que el jueves 10 de septiembre lo cosieron a balazos en la estación de servicios YPF a pocos metros del histórico y mítico Hospital “Eva Perón”, de aquella localidad.
Uno de los detenidos por el asesinato del Coto es el policía Gabriel Godoy, uno de los denunciados de haber participado del secuestro y desaparición de Paula Perassi, el 18 de septiembre de 2011.
El teléfono de Godoy llevó a los investigadores hasta un puerto seco y húmedo, donde se vende cereal ilegal y hasta combustible y fertilizantes robados o segundas marcas de las empresas, como sucede con el contrabando de cigarrillos, también propiedad de otro policía, el comisario retirado Avalos, en la zona de Ricardone, también al norte de la ex ciudad obrera.
Y ese mismo celular generó más información: fueron hasta una financiera, una cueva, una mesa de dinero que funciona en las oficinas de Cofyrco, en pleno microcentro rosarino, en Corrientes al 800, a metros de la Bolsa de Comercio.
Fenomenal y pedagógico viaje que marca el asesinato del ex jefe de la barrabrava de Ñuls: sangre derramada en los barrios, multiplicación del dinero de la violencia urbana en una cueva, en una financiera.
Durante años hemos afirmado que el negocio del narcotráfico y del contrabando de armas es una de las síntesis más contundentes del capitalismo. Sangre derramada de pibes y pibas en los barrios, dinero en bancos, mutuales, mesas de dinero y empresas en el centro de las grandes ciudades. La geografía del sistema.
El caso del “Coto”, además, se iba desarrollando en medio de una semana en la que el Banco Central de la República Argentina decidió regular el mercado del dólar blue.
El 16 de septiembre, el presidente del Central, Miguel Pesce, declaró que el «el blue es un mercado delictivo». Y lo asemejó con la venta de autos en un desarmadero. «Es la misma situación», señaló.
-Cuando hicimos allanamientos en las cuevas, que está muy bien llamarlas así, encontramos que hay narcotraficantes, traficante de armas, es imposible saber lo que está dispuesto a pagar el delito– agregó Pesce, el presidente del Banco Central de la República Argentina.
Remarcó que «la gente que hace eso que lo asuma, porque puede estar comprando o vendiendo dólares a alguien que cometió un delito…tenemos la percepción de que todo el mundo compra dólares y no es así, no llegan a los seis millones y los que compran de forma persistente son dos millones…La mayoría de los argentinos no compra dólares», enfatizó Pesce.
La ruta de la sangre derramada de pibas y pibes en los barrios, consecuencia de las disputas por los negocios del narcotráfico, el contrabando de armas y las internas de las barras, termina en el dinero que circula en el centro de las grandes ciudades.
Del paravalancha leproso, el “Coto” creía haber logrado un triunfo definitivo. No sabía que era una anécdota más en la historia de un negocio que tiene en el dólar blue, las “cuevas” y los mismísimos bancos, el verdadero flujo de poder de todo esto, el flujo del dinero ilegal, el lavado de dinero.
El dios por ahora onmnipotente que se traga la vida de cientos de pibas y pibes.
Por ahora…