Por Eduardo Ernesto Garay | (Nota subjetiva de mis percepciones políticas)
Los ataques furibundos de los macristas contra el gobierno. La marchas de los locos juntos por el cambio. Los bocinazos de Audis y Mercedes Benz. Los diarios: La Nazíon, Clarín, Infobae que demonizan al gobierno. Todas esas parafernalias que se enfilan hacia una futura aceleración de los ataques para hacer desmoronar al gobierno peronista y para preparar los tiempos de un golpe de Estado no hacen más que acorralar al gobierno presidido por Alberto Fernández. Este acorralamiento de la derecha del país esta despojando al grupo político gobernante de su ingenuidad de una administración consensuada con esos sectores. Ya que, sea la que sea, la medida tomada por el gobierno esos sectores salen a combatirla por los medios y por raquíticas movilizaciones de veredas ya que no de calles.
Entonces, cansados ya de buscar medidas que no irriten a ese sector social pequeño pero de muy enriquecidos bolsillos gracias a la explotación del pueblo, el gobierno dejará de estar en ese término medio del limbo político lleno de buenas palabras y afectuosos saludos hacia esos brutos y ricos de la Argentina. El mismo asedio de esas clases altas contra el gobierno hará sacar sus dientes de defensa propia. Se terminará la apariencia de paz que ofrece una aparente debilidad. Porque estas clases altas, que no sabe de gestos de humanidad, creen que el gesto de amabilidad es muestra de una debilidad política y no de una estrategia de sobrellevar la crisis dentro de otra crisis en Argentina.
¿Por qué crisis dentro de una crisis? Porque existe una crisis mayor y que no es la crisis de la pandemia, sino la crisis capitalista financiera mundial. Que se venía expresando con los arrebatos de Donald Trump contra el taller del mundo, China. La guerra comercial entre China y los Estados Unidos no es más que la consecuencia de la crisis de sobreproducción financiera que no se traduce en la economía real con ocupación plena. Dentro de esa crisis financiera mundial entró la Argentina de la mano de Macri en el 2018 luego del fracaso de sus políticas de economía abierta. Los créditos dejaron de llegar porque los analistas los veían incobrables en el contexto mundial donde la economía argentina debería conseguir los dólares para poder pagarlas. ¿Y en donde sino? El botón rojo del macrismo llamando al FMI corroboró a los ojos de todos que la Argentina entró en una crisis propia. Eso fue producto de la ceguera de las clases altas de aquella situación mundial de la economía. Ya que solo ve la superficie de los discursos altisonantes de los líderes de esos países con alto nivel de colesterol.
En la idea de que esta situación nacional e internacional sería comprendida por los referentes de las clases altas, (Macri and Cía.), es que se esperó a las elecciones para sacar al nefasto gobierno y hacer una transición muy pacífica y honorable para todos y todas, incluyendo al saliente grupo político del gobierno especialmente. Pero esto tampoco ha sido visto por esas clases altas. Y arremeten contra el gobierno creyendo que es débil y posible de sacarlo de la acción política concreta. Y por este ciego proceder no van a encontrar más que la realidad política argentina como la pared con la que volverán a chocar. Choques que tendrán hasta el fin de los tiempos si no son borradas por el mismo tiempo. Esa realidad indica que no hay fuerzas para tomar un gobierno popular como el de Fernández. Sobre todo si los “Fernández” son dos cuanto menos. Lo de la policía no resultó. Ni resultará ya que otro acto sedicioso no contará con la valla de la pandemia. Ni con el factor sorpresa, porque ya todos los militantes están alerta roja.
Los familiares de las clases altas de uniforme verde oliva, ya no tienen la masa de conscriptos para ocupar cientos de lugares para formalizar un golpe de Estado. Deberán ser ellos mismos y enfrentar la resistencia aunque sea de mujeres con pañuelos blancos. No será muy honorable que un militar mate a una mujer con pañuelos blancos. Serían el oprobio de la humanidad. Nadie querrá cargar con eso en la espalda. Lo otro que buscan es que AF traicione el mandato popular. Pero antes de que todo esto sea una fantasía política de unos Fernandos Iglesias, el gobierno se va a endurecer para llevar adelante la salida de la crisis con los sectores medios de la economía, con los comerciantes, y por supuesto con los trabajadores y los pobres. Y el endurecimiento se desprende de las medidas económicas para los sectores populares. Con ello resuelve los problemas al mismo tiempo de los sectores medios (mediana y pequeña industria).
Y los únicos perjudicados son las clases altas que fijan sus rentas dinerarias en la actividad financiera netamente especulativa. La pared con la que van a chocar las clases altas será con el vector de la productividad económica de la Argentina. Pero que, por todos los medios, tratarán que este vector de la política económica productiva no se concrete. En eso están. Como el fracaso es su singular destino de clase todo lo que harán será fortalecer a la figura presidencial de Alberto Fernández y al movimiento peronista en este inicio del siglo 21, también llamado K.